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viernes, 21 de marzo de 2014

La Salida de las Ciudades

 

Descienden juicios sobre las ciudades.
    Cuando la mano restrictiva de Dios se retire, el destructor comenzará su trabajo. Entonces ocurrirán en nuestras ciudades las mayores calamidades. (Manuscritos Revelados, Tomo 3, Página 314 (1897).

    El fin está cerca y cada ciudad va a ser trastornada de diferentes maneras. Habrá confusión en cada ciudad. Todo lo que puede ser sacudido lo será, y no sabemos qué pasará luego. Los juicios serán de acuerdo con la maldad de la gente y la luz de verdad que han tenido. (Manuscritos Revelados, Tomo 1, Página 248 (1902).
    ¡Ojalá que el pueblo de Dios tuviera una noción de la destrucción inminente de millares de ciudades, ahora casi (totalmente) entregadas a la idolatría! (Evangelismo, Página 26 (1903).

Edificios a prueba de catástrofes se convertirán en cenizas.
    He visto las más costosas estructuras de edificios construidos supuestamente a prueba de fuego, pero así como Sodoma pereció en las llamas de la venganza divina, así estas orgullosas estructuras se convertirán en ceniza… Los deleitables monumentos de la grandeza de los hombres se harán polvo aun antes que venga la última gran destrucción sobre el mundo. Mensajes Selectos, Tomo 3, Páginas 478,479 (1901).

    Dios está retirando su Espíritu de las ciudades impías, que han llegado a ser semejantes a las del mendo antediluviano y a Sodoma y Gomorra… Las costosas mansiones, maravillas arquitectónicas, serán destruidas sin previo aviso cuando el Señor vea que sus ocupantes han traspasado los límites del perdón. La destrucción causada por el fuego en los imponentes edificios que se supone son a prueba de incendios, es una ilustración de como, en un momento, los edificios de la tierra caerán en ruinas. (Cada Día con Dios, Página 152 (1902).

    Los hombres continuarán levantando costosos edificios que valen millones; se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la firmeza y solidez con que son construidos. Pero el Señor me ha hecho saber que a pesar de su insólita firmeza y su costosa imponencia, estos edificios correrán la misma suerte del templo de Jerusalén. (Comentario Bíblico Adventista, Tomo 5, Página 1074 (1906).

La ciudad de Nueva York.
    Dios no ha ejecutado su ira sin misericordia. Todavía se extiende su mano. Debe darse su mensaje en el Gran Nueva York. La gente debe ver como Dios, por un toque de su mano, puede destruir las propiedades que han reunido para enfrentar el último gran día. (Manuscritos Revelados, Tomo 3, Páginas 310,311 (1902).

    No tengo luz en particular respecto a lo que viene sobre Nueva York; solo sé que un día los grandes edificios serán derribados por el poder trastornador de Dios… La muerte llegará a todos partes. Esta es la razón por la cual me siento tan ansiosa de que nuestras ciudades sean amonestadas. (RH Julio 5 de 1906). (Nota: Recordemos 11 de septiembre de 2001. Torres Gemelas).

    Estando en nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hasta el cielo. Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores eran garantizados incombustibles…

    La siguiente escena que pasó delante de mí fue una alarma de incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados incombustibles, y decían: “Están perfectamente seguros”. Pero estos edificios fueron consumidos como la pez. Las bombas contra incendios no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas. Nota: Esto sucedió en Nueva York en septiembre 11 de 2001, cuando el ataque y la destrucción de las Torres del World Trade Center. (Joyas de los Testimonios, Tomo 3, Páginas 281,282 (1909).

La Señal para huir de las Ciudades.
    No está lejano el tiempo en que, como los primeros discípulos, seremos obligados a buscar refugio en lugares desolados y solitario. Así como el sitios de Jerusalén por los ejércitos romanos fue la señal para que huyesen los cristianos de Judea, así la asunción de poder por parte de nuestra nación (los Estados Unidos), con el decreto que imponga el día de descanso papal, será para nosotros una amonestación. Entonces será tiempo de abandonar las grandes ciudades, y prepararnos para abandonar las menores en busca de hogares retraídos en lugares apartados entre las montañas. (Joyas de los Testimonios, Tomo 2, Páginas 165,166 (1885).


Elena G. White

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